Para el especialista en industrialización de productos forestales Henry Quesada, el sector de procesamiento de madera también ha decaído y se requieren aserraderos y más industrias que garanticen el consumo de todo lo que se planta, y de preferencia con valor agregado. Los mayores consumidores de madera en el país son los fabricantes de embalajes para exportación y el sector construcción. En menor medida está el de elaboración de muebles. Para Quesada, si el negocio de la fabricación de tarimas es el de más demanda, las empresas deberían buscar más oportunidades en este campo. Además, los gobiernos podrían dar un mayor impulso a la construcción de viviendas con este material. En su criterio, la industria maderera en el país es volátil, pequeñas ebanisterías aparecen y desaparecen, característica que aunque da facilidad para el inicio de negocios, provoca otros problemas como la falta de profesionalización. Negocios como algunas ebanisterías artesanales carecen de adecuados tratamientos de la materia prima, lo cual hace que luego entreguen productos de baja calidad que al final terminan por dañar la reputación de la madera, cuando el error estuvo en el proceso.
14% del total de madera producida en el país, es utilizada por la mueblería, según datos del 2008.
El especialista, profesor en el Instituto Tecnológico de Costa Rica y la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, insistió en que los productos de madera son una excelente forma para secuestrar el dióxido de carbono del ambiente y de esta manera reducir la contaminación.
Alfonso Barrantes, director ejecutivo de la Oficina Nacional Forestal (ONF), estima que un árbol promedio de plantación puede capturar entre una y dos toneladas de dióxido de carbono hasta que es cortado.
Luis Salazar, gerente forestal de Coopeagri, agregó que Costa Rica adolece de un buen mercado para la madera o programas de comercialización. En 1993, esta cooperativa hizo su primer intento en la parte industrial con un aserradero. En el 2007, trató de nuevo, pero abandonó el proyecto. Salazar dijo que les interesa encadenar la producción con la industria, sin embargo, antes necesitan asegurar un monto adecuado de materia prima para empezar con el aserrío y luego confeccionar productos de valor agregado. Flor y Fauna, de capital holandés, pasó por una experiencia similar. Llegó a tener una fábrica de muebles, pero tuvo que cerrarla porque carecieron de competitividad frente a los negocios más pequeños y artesanales, explicó su presidente, Richard Huizing. Hace cinco años volvieron a ingresar a la manufactura con paneles de madera sólida para la construcción o muebles.A la fecha, desconocen la competencia que tenían y si esta fue la culpable de que en setiembre del 2009 se vieran obligados a terminar definitivamente este tipo de producción.
Según la ONF, en el país la fabricación de molduras, muebles y de tarimas produce cerca de $108 millones en valor agregado. Las importaciones de madera y mobiliario para el 2008 contabilizaron $55 millones, procedentes de Chile, China, Estados Unidos y Brasil.